lunes, 1 de octubre de 2012

Copago, receta pero no remedio

Controvertida palabra, "copago" sanitario y tan recurrente estos días en la mayoría de los medios.
Pero ¿es realmente necesario y los argumentos que se ofrecen para su implantación son
inabordables a través de otras medidas? Primero expliquemos a qué atiende el copago y sus
modalidades, para poder entrar en el análisis de su carácter "imprescindible" para asegurar el
mantenimiento del servicio sanitario.
El copago hace referencia a la participación directa en el coste de los servicios sanitarios en el
momento de su uso por parte del paciente. Se trataría de compartir los costes del servicio entre el
usuario y el Estado, pero en el caso español nos hace preguntarnos ¿acaso no se reparte ya? ¿Por
qué seguimos llamándolo copago cuando lo que se pretende es simplemente reducir la parte del
gasto que soporta el Estado y que obtiene a través de la recaudación impositiva de la población?
El copago puede aplicarse bajo muchas tipologías, sobre diferentes conceptos. Puede ser sobre los
servicios de atención médica, modalidad que existe en numerosos países europeos, sobre todo en
aquellos con sistemas sanitarios tipo Bismark (basados en las contribuciones a la Seguridad Social)
más que en los de tipo Beveridge o sistemas nacionales de salud (financiados mediante impuestos).
Se puede aplicar copago sobre servicios hoteleros, es decir las hospitalizaciones, o finalmente,
sobre los medicamentos y farmacia, como ocurre en España donde actualmente los activos pagan
un 40% del coste y los enfermos crónicos pagan un 10%.

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